Hacia mediados de los 60 llegó a mis manos un libro llamado “El verdadero Juárez y la verdad sobre la
intervención francesa” desde entonces una de las figuras que más llamó mi
atención fue la de Porfirio Díaz Mori,
que según la obra había sido hacia el final de sus múltiples presidencias, un
propulsor de la figura y la obra juarista pese al Plan de la Noria y su aparente
distanciamiento ideológico.
Apareció ante mí la figura de Ignacio Ramírez (El Nigromante) como el “puente“
que unía a ambas figuras de las revoluciones de México (como las conocería
después ya con lecturas más especializadas) como lo demuestra Luis González y González, en su
recorrido histórico; Díaz requirió
de una figura consolidada para “justificarse” para “aglutinar”
pero sobre todo para lograr legitimidad ante lo que ya para entonces era su
principal problema, los grupos medios emergentes que buscaban un cambio en la administración.
No lo logró, de hecho esos “intelectuales”
clasemedieros retomaron la figura juarista para llamar a las masas a la rebelión
y derrocar al tirano y a la tiranía.
En México existen pocas tonalidades de gris respecto de los
personajes históricos, para algunos Juárez
es el hombre absolutamente recto e inquebrantable, mientras que para otros es
sólo un dictador más de los muchos que esta patria ha dado; así Porfirio Díaz es tratado, tanto como el
modernizador de México, como el peor dictador que hemos tenido.
Pero ahora, a 100 años de su muerte (en el exilio), la
televisora oficial, con el siempre “muy dispuesto” Enrique Krauze y su muy acomodaticia empresa editorial Clio, nos
presentan una serie de cinco capítulos que “desmitifican” al
dictador; lo hacen un “dictador bueno” un “dictador
humano”
Una dictadura, no puede convertirse en una “dictablanda”
no hay tonalidades o gradaciones en la dictadura, como no la hay en el respeto
irrestricto o de los derechos humanos; sin embargo Clio y Televisa en un afán
por legitimar las “reformas estructurales” y el régimen del señor Peña, quieren
presentarnos “todos los grandes logros del profiriato” y en un “velado”
trasfondo, lo que representaron para México.
El proyecto editorial, tiene como objetivo esencial presentar
esos años de la dictadura porfirista como una etapa necesaria en la historia
nacional para alcanzar el desarrollo a partir de la paz y la estabilidad que se
logró gracias a la “mano dura” del régimen; pero tienen como objetivo real (como
decía mi maestro Juan Saldaña) presentar
al público la necesidad que el régimen actual tiene de aplicar la “mano
dura” para hacer valer su visión de México.
El México que ellos creen (así de creencia cuasi religiosa)
que ellos y sus verdaderos patrones necesitan, para seguir sangrando a los
mexicanos, Televisa y Clio, en un verdadero despropósito editorial e histórico,
queriendo dar legalidad a las “reformas estructurales” del peñismo
o al peñejísimo.
El lema porfirista: “Paz, orden y progreso” nada tienen
que ver con justicia y equidad; la premisa editorial de “un gran constructor de México” nada tienen que ver con lo que
heredamos los mexicanos de esa “construcción”; el México que en los
ochenta “trataron” de “modernizar” los “modernizadores”
y que más de un siglo después el se nos tratan de hacer creer en una política
editorial no declarada pero subsumida en el interés editorial de Clio y
Televisa, es esa amalgama mucho más desigual que tenemos.
Dado que el hubiera no se conjuga en la historia, el balance
del porfirismo es absolutamente sencillo, el balance de 70 años de dictadura
priista también lo es, no hay que ser un gran historiador para darse cuenta del
desastre en que estamos.
Las dictaduras, desquebrajan las estructuras por más sólidas
que estas sean, las dictaduras, la imposición de una visión de México, sobre
las visiones de todos, la exigencia de su modernidad en los ochentas y actualmente, son sólo la visión de un
pequeñísimo grupo de privilegiados que quieren hacernos creer que “después
vendrá la bonanza para todos” así desde finales del siglo XIX México ha
pasado de unas manos dictatoriales a otras manos dictatoriales.
Ellos, los que hacen las leyes, los que hacen el gobierno y
los que hacen la televisión tienen una visión de su México, que en nada se
parece a la visión que los mexicanos tenemos.
Pero los que hacen la televisión, son capaces de
transmitirnos de una muy florida manera su visión y mediatizar nuestra visión;
pero tampoco las visiones de México se conjugan y hacer que la de la mayoría de
los mexicanos se sobreponga a la de ellos, es un trabajo que con menor recursos
ero con más voluntad hacemos muchos mexicanos a diario.
Ellos tienen la TV y un gran aparato de “promoción”
oficial, nosotros las redes sociales y nuestra férrea voluntad de heredar a
nuestros descendientes un mucho mejor país.
En el perverso juego de Televisa y su visión de México, no
cabemos los mexicanos más que como consumidores, pero se olvidan que para ello
requerimos capacidad de compra y que hoy esa capacidad está tan limitada, como
en el porfiriato.
Como dijo El
Nigromante “Que los cielos y la tierra retumben para maldecir a esos traidores que
entregaron a su país y a su gente a una nación extranjera; que sus almas no
encuentren reposo hasta el fin de los tiempos porque lo más sagrado que tiene
un hombre es su honor y la patria”
SALUD
Te recomiendo:
Gracias por este artículo lo leí con mucho interés,desde hoy ,leeré lo que publicas,Saludos
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