Dos movimientos telúricos en un lapso de menos de 15 días
el primero, el mayor que se haya sentido en México desde que se tiene registro
de ellos y el segundo (cuando menos que yo recuerde) el primero con esa magnitud
en tierra firme, uno a unos kilómetros de Chiapas y el otro en los límites de
los territorios de Puebla y Morelos.
El primero día siete de septiembre, que actuó contra
poblaciones del sur del país, causando el mayor daño en el Istmo de Tehuantepec,
en una ya muy de por sí olvidada y depauperada zona; apenas habían reaccionado
nuestros “ilustrísimos” personajes públicos y estaban realizando (o
cuando menos eso decían) los censos de daños (como si un censo sirviera para
algo) y un nuevo cataclismo que me hizo recordar (de manera vívida) una imagen
satelital que mostraba la devastación causada en Managua por un sismo de 6.5
grados Richter a unos Kilómetros de esa capital Centroamericana en 1972 y
pensar en la inmensa pérdida humana, material y financiera que podría
ocasionar.
Desde el principio fue más notoria la presencia solidaria
de las estructuras sociales que la de parte de las estructuras gubernamentales
(de los tres órdenes, exceptuando quizá a los miembros del ejército nacional) en
las labores de rescate y salvaguarda.
Hace ya casi quince días de la última hecatombe y fuera de
anuncios mediáticos las mismas estructuras administrativas han hecho poco, por
cierto, quizá lo mejor que hicieron fue un documental de la riqueza cultural de
México que presentó la desconocida Secretaria de Cultura el día que “anunciaron”
un Fideicomiso privado para “apoyar” la reconstrucción.
En ese “evento” que sirvió para placear a
algunos de los pretensos precandidatos del PRI a la Presidencia de la república
y “esconder”
a la bazofia de Ruiz Esparza, se “estimó”
que el costo sería de unos 38 mil millones de pesos (cifra que por cierto
además de endeble parece como resultado de una ocurrencia
o varias)
El nivel de la tragedia medida desde el ámbito
gubernamental parece limitarse a lo que debe ser reconstruido (entre ello el
patrimonio cultural) y lo que puede ser considerado como importante (entre ello
la infraestructura educativa) y lo otro.
Se han olvidado de la tragedia humana, del nivel de
abandono ancestral al que hemos estado sometidos por las estructuras gubernamentales,
nos han presentado a sus socios (de la iniciativa privada) como los salvadores
de México, pero no han siquiera mostrado agradecimiento a la población que
salió a apoyar a sus hermanos en desgracia y que hasta ahora parece ser la
única verdaderamente preocupada; no han realizado un agradecimiento a la
solidaridad internacional (pero han recibido algunos cientos de millones de
pesos de parte de ellos), Meade
prometió “antes de que termine la semana se tendrá ya dispuesta en internet una
hoja de transparencia” (promesa incumplida, en su página sólo nos dicen
cuales municipios tienen daños, no nos dicen cuanto se ha recibido, no
presentan un solo diagnóstico o censo como ellos les llaman, no tiene nada)
Gracias a la emergencia (o usándola como pretexto) la
logrado la colocación de deuda externa en mercados financieros internacionales,
obteniendo ahorros en el pago de intereses y difiriendo pago del principal, sin
explicarnos la aplicación de esos recursos y pasando sobre las disposiciones
del PEF (esa ley que tanto les llena la bocota pero se dedican a violar de
manera sistemática)
Ya empezaron a entregar contratos para acciones específicas
a sus empresas favoritas como Grupo Higa y Obrascón Huarte Lain (OHL), que bajo
sus estándares de trabajo les devolverán al final algunos pesos.
Ya sus “aliados” en materia de trasparencia
(SALUD) como México contra la Corrupción de Claudio X González, se apuntó en el
seguimiento de los gastos (a cambio de algún dinerito.
Resumiendo, todos aquellos que han sido ligadas a actos de
corrupción y de conflicto de interés con el Gobierno federal estarán ahí, serán
parte de ese gran entramado para seguir robando
a México y a los mexicanos.
Ya iniciaron el “reparto” de tarjetas prepagadas de
consumo (pues Soriana les devuelve algo en prebendas), ya decidieron que hay
prioridades y que esas son llenar sus bolsillos y hacerse pasar por los verdaderos salvadores
de México.
Se han olvidado de actuar y con ello la credibilidad del
gobierno simplemente sigue en los niveles más bajos; pero el señor Peña ha gastado lo mismo que dice costará
la reconstrucción de México en su propaganda, en aparecer en pantallas y ser
escuchado en la radio (pagando a los medios y a sus dueños) o sólo tres ex
gobernadores se llevaron tres veces eso mismo que dicen va a costar la reconstrucción.
Dejar que los mismos rateros de siempre hagan lo único que
saben hacer, es estar condenados a que lo sigan haciendo, ya la señora sociedad
despertó, las los millennials mostraron
su capacidad para hacer, ahora habrá que tomar en nuestras manos la
reconstrucción, establecer prioridades y gastar en lo que se requiere, no en lo
que los cuates de los administradores consideren indispensable.
Evitar que el “dignísimo” Claudio X y la cúpula de
empresas preferidas se apropien de lo que se tiene que hacer es garantizar que
lo que se haga tendrá un diezmo.
Generar verdaderos mecanismos de control y vigilancia del
gasto y difundir cualquier desvío es la tarea.
No se dejen engañar, el lugar del PRI y sus partidos
paleros es el que merecen y nosotros debemos tomar acciones para que ahí se
quede.
SALUD
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