Me acuerdo de aquel mensaje de
“esperanza e ilusiones” transmitido por un presidente
nacional del PRI, en el que tras el caso de Ayotzinapa; me acordé de el “ya
sé que no aplauden” o del “ya
me cansé” o del “mal momento”;
me acordé de la Casa
Banca; de la señora
martita; me acordé de tantos improperios cometidos por esos gobernantes
en las últimas dos décadas.
Vino a mi memoria el pequeño hombrecito de caldeRon
y su devastadora política de guerra; vinieron a mi memoria tantos momentos “ilustres”
de la actuación de nuestro cartel político nacional.
El
19 de setiembre, apenas unas horas después del movimiento telúrico, un
joven (de no más de 25 años de edad <gracias Bosco>) con traje, corbata y zapatos de marca dijo algo así como
“yo
si me voy a ayudar a esa gente”; me impactó una muchacha (casi una niña
<gracias Lau>) que en una
esquina muy transitada por gente con dinero, en el periférico pasaba a “platicar”
con los automovilistas (de sexo masculino y de más de 35 años) para pedirles
ayuda para los damnificados de Morelos y Puebla tras el sismo (ayuda que además
estoy seguro llegó a su destino)
Cientos, miles, decenas de miles de muchachos
como Lau y Bosco, de millennials (de esa generación tan
despreciada o quizá depreciada) emprendedores, flexibles, optimistas y algo
narcisistas; se lanzaron a las calles de sus comunidades y de otras comunidades
a brindarse, a organizar, a crear las pautas de apoyo y solidaridad.
Uno de ellos decía en sus redes sociales “México
nos acaba de despertar para decirnos que necesita ayuda, a darle pues”
(gracias Aarón), otra agradecía a Dios
(lo que eso signifique para ella a cada uno de nosotros la existencia de “los
mugrositos hipsters de la Roma y la condesa, esos que se los hacen tarugos y
pagan carísimo por un tamal Gourmet. Varios de ellos están incansablemente en
las carpas del parque México y parque España” o de “los
nacos albañiles que cada que pasas te chiflan. Son ellos los que están <entre
otros> rompiendo placas de cemento para sacar gente” (gracias Carol)
Esa generación que con una visión “diferente”
(alternativa); ese grupo de personas que han visto el mundo con un teléfono en
la mano nos mostraron que México es mucho muy diferente a lo que la clase
política cree que es, nos mostraron que las cajas con despensas tiene que estar
llenas y no ser parte de una escenografía.
Ellos (que nosotros pensábamos tan alejados
de la realidad de México) nos mostraron que tienen capacidad de organización,
que son competentes para recolectar y llevar, que están calificados para conjuntar
su capacidad con nuestra necesidad.
En esa masa de apoyo social estaban: “mariguanitos,
nacos albañiles, chavitos estudiantes fresitas”
estuvieron también: médicos, abogados, arquitectos y muchos otros
profesionistas que apoyaron con trabajo gratuito a diversas comunidades.
Hubo amas de casa de menos de 30 años y algunas mayores, que
prepararon sándwiches o agua fresca de fruta o de polvo, para llevar a las
construcciones derruidas o a los albergues o a los centros de acopio.
Hubo muchachitas y muchachitos recuperando
mascotas perdidas y tratando de encontrar a sus dueños.
Algunos de ellos, que estudiaron en escuelas
de primer mundo (de aquí o de allá) son un valor que los que durante las
últimas dos décadas “gobernaron”
México simplemente: olvidaron, ignoraron, vilipendiaron, desconocieron y hasta
arrinconaron; son ahora el reto para ellos.
Sí son ellos quienes pueden decidir el rumbo del México
en 2018; gracias a ellos que sin tener pertenencia partidista ven una esperanza
en ellos mismos.
SALUD
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