Desde hace tiempo he venido señalando que la población de
nuestra ciudad si cambió y lo demostró en el proceso electoral federal y local
de hace seis meses; pero ha venido cambiando y mostrando ese cambio desde hace
más de treinta años, ha superado con mucho a sus autoridades, ha manifestado de
manera clara sus intereses y se ha organizado de manera autónoma, sin
tutelajes, ejerciendo su soberanía y comunicándola de manera clara.
Lo mostró en la tragedia de 1985 y volvió a volcarse
cuando en 1988 en un proceso electoral competido decidió descubrir una vocación
democrática; desde entonces la población de la ciudad de México es, sin lugar a
dudas la más plural del país y con una clara vocación de izquierda.
Esto viene a cuento en virtud del ejercicio de consulta
popular realizado este fin de semana en la delegación Cuauhtémoc, respecto del
CCC (Corredor Chapultepec que la autoridad denominó Cultural y la población
Comercial) en la que sin lugar a dudas la población que asistió a votar dijo no
a esa mega obra.
Ya empezó la andanada de críticas al ejercicio, cuando
menos hoy he escuchado de parte de los comunicadores y “analistas” en el sentido
de que si todas las decisiones de gobierno se consultan con la población, no habrá
posibilidad de avanzar; en e sentido de que si cada obra que hará el gobierno
del DF debe consultarse pues ya estuvo que no habrá obras; en el sentido de que
sólo participó en este ejercicio una muy pequeña porción de la población que
debía hacerlo; en el sentido de que los que asistieron fueron los que tenían
una aversión al proyecto; señalando que hubo una clara intención de un grupo
por la negativa y en otros muchos sentidos.
Aun aceptando que todas las críticas son ciertas, lo que
de antemano sé que no es cierto, pues los intereses económicos de esa inversión
privada en un espacio público, son muy poderosos y mueven hasta conciencias.
Pero, insistiendo en la necesidad de que la ciudad de México
(y que el país) requiere una “modernización” y la muestra de que
hay mecanismos de consulta que permiten conocer la opinión de la población (de
una parte o de la que está interesada), desde hace tiempo insisto en la
necesidad de que esos desarrollos arquitectónicos destinados a actividades
culturales, comerciales, sociales o de esparcimiento; puedan ser consultados de
manera permanente y sistemática por parte de la autoridad.
Por la local (en el caso del DF o cualquier municipio o
estado) o por la federal cuando sea su competencia; me imagino el gusto con que
miles de capitalinos recibieron hace unos años la “decisión” de la autoridad
del DF, cuando anunció el retiro del comercio ambulante del centro histórico
(ahora ya de regreso gracias a la “flexibilización” de la política
pública), pero ¿Cuántos capitalinos y no capitalinos disfrutábamos de ese
comercio, de esa manifestación de la cultura comercial del pueblo mexicano? y
no fuimos consultados al respecto.
Me pregunto ¿Cuál será el destino de una propuesta legislativa
para “regular” las marchas y manifestaciones de la población afectada
por actos de gobierno en la ciudad y en el país? (pues aunque a los “legisladores”
del PAN no les guste, esta ciudad es de todos los mexicanos), si hay muchos
habitantes de este pedacito de México que les molestan, pero quizá (sólo quizá)
haya otros muchos que pensamos que el derecho a manifestar la inconformidad
contra acciones de gobierno está por arriba de la de libre circulación.
Para ello, propongo que la autoridad administrativa haga
públicos los planes de desarrollo urbano, que nos informe cuáles son sus planes
(culturales o comerciales) y la población interesada (quizá sólo la afectada) pueda
complementar con su opinión esas propuestas.
Puedo casi asegurar que el CCC, una vez colocado como
propuesta pudo haber sido con la opinión de los residentes, quizá con salidas
alternas, con mejora de vivienda, con alternativas comerciales externas y un
verdadero centro cultural como eje del proyecto; pero la autoridad se empecinó
en un proyecto a la medida de los inversionistas, con una concepción
absolutamente comercial del mismo.
Hace algunos años que conocí por ejemplo el desarrollo
del área de la Alameda, experimenté un escalofrío, pues en él no se consideraba
a las personas que habitan las inmediaciones de la misma, de hecho sólo
contemplaba los intereses de los grandes inversores (compañías hoteleras,
plazas comerciales y desarrolladores de vivienda de lujo) entonces hasta me
atreví a señalarle al que entonces era Director del Fideicomiso la readecuación
de la propuesta empezando por el desarrollo de espacios de vivienda y
comerciales para los que ahí vivían o hacían sus actividades comerciales, desde
Juárez y hasta Izazaga, desde Bucareli y hasta el Eje Central hay una
posibilidad de desarrollo comercial y de servicios impresionante, pero hay que
incluir a los habitantes d esos espacios, hay que hacer atractivo el desarrollo
para ellos y hasta se puede hacer que crezca la ciudad de una manera
impresionante.
Así, en las inmediaciones de la Av. Chapultepec desde el
circuito interior y hasta Insurgentes, se puede desarrollar una gran proyecto
de vivienda popular (con más de 45 m2 por micro departamento), con
vivienda individual o colectiva para los ancianos dueños de vivienda; con
locales comerciales preferentes para los que ahora realizan sus actividades
comerciales ahí; pero haciendo que surja un nuevo polo de desarrollo ordenado e
incluyente.
Hay muchos “negocios” que pueden hacer las “autoridades”
de la Ciudad, pero siempre tendrán mejor posibilidad de lograr la aprobación de
la gente, si los incluyen.
Pueden argumentar lo que les venga en gana, la verdad es
que el CCC, olvidó que ahí vivían personas, ignoró que ahí ya hay actividad comercial
y simplemente se enfocó en sus inversionistas, por eso fue rechazado.
La ciudad que los habitantes y el país que los mexicanos queremos es la que nos incluya, nos tome en cuenta.
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