Hace muchos
años aprendí que en la práctica gubernamental, buscar culpables de los
desatinos propios, es como un juego común; recuerdo la primera o segunda
ocasión en que señalé un error en alguna información, los dos responsables de
la recolección de esa información, se culparon mutuamente y recuerdo también mi
irónica respuesta: “a nosotros no nos pagan para encontrar culpables, sino por hacer
adecuadamente nuestro trabajo”, ayer en su “discurso” el señor Peña Nieto hizo eso que los dos
empleados “es una gran afrenta para el Estado mexicano” en realidad es una
gravísima omisión, un irreparable error del gobierno de México.
Hay un responsable
directo de esa falla él.
Luego de ese
descargo de responsabilidad, nos avisa que ya puso en un vuelo de regreso al “eficientísimo”
secretario de Gobernación para que se haga cargo de “explicarnos”, que ya “dio
órdenes para realizar una minuciosa investigación” y que ya le pidió al
responsable directo Monte Alejando
Rubido que se encargue de recapturar al huido; para inmediatamente después,
sin hilvanar, sin mediar algo, casi de manera incoherente, el señor Peña nos
dice “es una visita histórica” queriéndonos decir “nosotros
venimos a pasear y no nos vamos a regresar así pase lo que pase en México, nos vale madres lo que ahí suceda”
La descarga
de la responsabilidad directa en el titular de la Segob, en el Comisionado
Nacional de Seguridad y en la Procuradora General de Justicia; es sólo
deshacerse de la propia; el involucrar a ese ente tan abstracto que siempre
usan como ajeno, sin sentido y hasta etéreo denominado Estado mexicano, intenta
hacernos ver como corresponsables de su ineficiencia.
Apenas a
finales del siglo pasado se discutía la importancia de “separar” la Seguridad
Pública de la Seguridad Nacional, entonces se decidió que la primera tenía tal
nivel de importancia que debía tener un espacio independiente, capacidad y
estructura propia, pero a la llegada de esta “genial” administración,
su titular “decidió” volver a fusionarlas, fue su decisión unipersonal (no
importa quién lo haya convencido) no importa si hubo voces que nos manifestamos
en contra, el señor Peña Nieto tomo
una determinación y esa decisión el sábado pasado simplemente hizo agua.
Esa decisión
es de él, sólo de él.
La reaprehensión
de El
Chapo, que en su momento fue calificada como el mayor logro (la consolidación
de la política del señor Peña, en
materia de Seguridad Pública), ese “logro” se contraponía, era antítesis
del régimen foxista y panista que lo había dejado “escapar”, dimensionaba la
capacidad frente a la incapacidad; presentaba la eficiencia frente a la
ineficiencia; hacía ver el actuar frente a la inactividad de los predecesores.
Hoy la nueva
“fuga”
muestra la incapacidad, la ineficiencia e inactividad; es una clara imagen de
la irresponsabilidad del gobierno y de Peña
Nieto.
Señalar los
culpables dentro y fuera del gobierno, es sólo su manera de cubrir su
indolencia ante la gravedad de la situación que enfrenta México no sólo en
materia de seguridad pública, sino en innumerables aspectos de la vida diaria.
Así, tras
los hechos de Iguala (desaparición de 43 estudiantes); tras el caso de Tlataya
(asesinato de 22 presuntos delincuentes por parte del ejército); la “aparición”
de la Casa Blanca de la señora e incluso tras el desastre de la “cruzada
contra el hambre”, se busca culpable y parece encontrarse en escusas
absolutamente inaceptables.
Sin más, sin
aceptar la menor responsabilidad por su absoluta incapacidad para gobernar,
parece ponerse al margen.
Aceptar que
eso pase, es dejar pasar una inmejorable posibilidad de señalar con todas sus
letras a Peña Nieto como un
verdadero títere de los poderes fácticos.
Pero si
puede “gobernar” desde Francia mientras se pasea con 421 “invitados”
¿podrá gobernar desde la cárcel?
SALUD
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