Hace
unos días, el grupo de “expertos” que es consultado por
Banco de México para determinar las expectativas de crecimiento del PIB en
México, establecieron que este llegará (en el mejor de los casos) a ser del 2.88%
lo que significa 6 décimas menos que su previsión original de más de 3.7 por
ciento.
Eso no sería noticia si no revisamos las últimas “apariciones”
de Videgaray (que sigue cobrando
como Secretario de Hacienda) y de Carstens
(del Banxico) en las que con verdadera desesperación manifiestan que hay un
entorno imprevisible para la economía nacional y nos “advierten” respecto de una
inminente situación de inestabilidad económica y debilidad de la superestructura
para resistirla.
Ya a nivel presupuestal nos quedamos lejos de aquel 3.9% de
crecimiento de la economía nacional; ya a nivel de previsión para 2016, estamos
muy lejos de aquellos 13.5 pesos por dólar para el establecimiento de ingreso
de divisas y crecimiento local; también quedó lejos la previsión de más de 80
dólares por barril de petróleo crudo.
Nos enteramos que las “previsiones” de inversión extranjera
producto de las “reformas estructurales” apenas están llegando a la mitad de lo
considerado originalmente.
Sabemos que la Reserva Federal está a punto de establecer un
incremento en la tasa de interés local de los Estados Unidos y que ello
acarreará que parte de las inversiones (inactivas o bursátiles) de México,
migren buscando mayor estabilidad; es más me confirman que ya parte de esas
inversiones están saliendo de manera apresurada (antes del proceso electoral,
pues tienen mucho temor al respecto) y que desde principios de mayo hay flujos
de capital golondrino que buscan mejores nidos.
Hace unas semanas que nos reunimos parte de los miembros de
la generación, un compañero economista que se desempeña en el área de política
empresarial de la Secretaría de Economía, me dijo que parte de las nuevas
inversiones que está anunciando el gobierno mexicano, especialmente en el ramo
automotriz, son sólo de dicho, pues no ha entrado un centavo real de recurso,
es más que algunos de los “inversionistas” establecieron como “condición”
para que esa inversión fluyera, el establecimiento de convenios de seguridad
legal, algo así como “garantía ante eventuales brotes de violencia
o inseguridad en las regiones en que se establecerían las plantas”.
La revisión sólo de la inestabilidad económica y la
volatilidad de los mercados locales e internacionales de capital, del petróleo
y de las divisas, prevén un futuro inmediato nada halagador, pero si a ellas
agregamos la propia inestabilidad que puede generarse a partir del resultado de
los procesos electorales, se pone color de hormiga, como decía doña boni.
La Cepal hace apenas unas horas, hizo circular un análisis
que marca como posible crecimiento de la economía mexicana 2.9 por ciento en
2015 y 2.8 para 2016, pero las condicionantes establecidas en ese documento
están muy lejos de la realidad nacional, pues señala que para ello, el gobierno
mexicano deberá realizar un gran esfuerzo de control de los niveles de
inseguridad y de respeto a la legalidad.
Pues ni uno ni otro; tras el 7 de junio ambos se verán
rebasados.
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