Apenas hace un año, El
Financiero “cambió” de manos y de “línea editorial” desde entonces,
algunos periodistas han señalado la “cercanía” del nuevo dueño y Director
General de esa casa editorial, el señor Manuel
Arroyo Rodríguez, con la “derecha” especialmente con los
que prostituyeron al PAN, hay un artículo de Federico Arreola que lo
vincula directamente a Alejandra
Sota y Ernesto
Cordero.
El señor Arroyo
no pudo cumplir con las obligaciones contraídas con la familia Cárdenas Estandía y parece que El
Financiero, está ahora en manos del señor Ricardo
Salinas Pliego y haber “virado” en sus “tendencias editoriales”
pues hoy en primera plana, como nota principal y con cabeceo engañoso, dice “Acelera
EPN el cumplimiento de sus compromisos” aunque del cuerpo de la “información”
ahí vertida se desprende que el seño Peña
Nieto ha cumplido menos del 20% de sus “compromisos firmados” (53
de 266 para ser exactos)
En México, los vínculos de una casa editorial con un grupo
de poder específico no son extraños, de hecho todas la editoriales tienen su
preferencia política (quizá haría falta un principio legal ara que la declarasen)
sin embargo, la “alianza” con Bloomberg y Financial Times, hacen pensar en una
estrategia de negocio mucho más allá; me llevan al salinato, cuando una
portada en diarios internacionales representaba para el “mandatario” en turno una
bocanada de aire fresco, un espaldarazo y hasta un aventoncito.
En la lógica de antaño, cuando una nota de primera plana en
la que se destacaba el actuar gubernamental, se agraciaba el editorialista con
el poder; hoy una nota de ese tipo solo agravia a los lectores, a las
audiencias y a los mexicanos; muestra de ello es el alcance de su estupidez en las
redes sociales.
Elena Poniatowska
en su ya clásico La noche de Tlatelolco, hace una recopilación de eso que
pasaba en México hacia mediados del siglo pasado, nos muestra las “prácticas”
cotidianas de los grupos de poder nacional y su estrecha vinculación con el
poder presidencial; de manera descarnada, nos enseña como aun un acto de asesinato
de estudiantes en una plaza pública, era tratado como un evento sin mayor
trascendencia; es más ese abominable episodio de la vida nacional, se convirtió
casi en una muestra de la “fortaleza” que el gobierno debía
asumir ante los revoltosos.
Hoy las cadenas de televisión, los programas “noticiosos” de radio, las principales
editoriales nacionales; presentan a los profesores descontentos porque les
quitaron parte de sus derechos laborales, sin contrapartida, sin compromiso
alguno de parte del gobierno o del el Estado para mejorar realmente la
educación; como una bola de revoltosos a los que hay que someter, a los que hay
que detener, a los que hay que reprimir.
Los medios de comunicación hacen de la protesta social un
evento que “agravia a la sociedad” pero no son capaces de comunicar el
agravio que la sociedad siente al ver perdidos derechos, al no recibir en
contrapartida a su contribución fiscal los mínimos satisfactores; hoy los “medios”
hacen un espectáculo grotesco y “reclaman” (algunos pseudo periodistas
hasta gimen) al gobierno “aplicar la ley” pues ellos (los que
dictan la política editorial) piensan que como en 1968 tras una masacre de
profesores podrán limpiar la cara del asesino con un “se lo merecían”
Sólo así se puede tratar de entender el “dislate” editorial de El Financiero de
su dueño (que dicen que es Ricardo Salinas), de su director general y de sus “periodistas”,
pero ya los mexicanos no somos los mismos de hace medio siglo y ahora podemos
decirle a El Financiero y a Peña Nieto
#Avanzaepn con gran ironía y hasta
con desprecio para su figura.
SALUD
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