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Estado reactivo ante agenda criminal


Dicen los planeadores que lo peor que un Estado puede hacer es reaccionar ante la eventualidad, es mejor adelantarse a ella y estar preparado para enfrentarla; México parece haber reaccionado en ese sentido respecto de temas de protección civil en el DF o en la agenda de prevención de riesgos.

Sin embargo, en materia de seguridad pública y ataque a las organizaciones criminales, son ellas las que imponen la agenda; hoy marcan la prioridad nacional y establecen las reglas del juego; las bandas criminales en el ámbito nacional y regional han definido cual debe ser el actuar del Estado Mexicano desde hace unos 20 años.

Así, desde finales del siglo pasado, en lugar de contar con una política de ataque, contención o (siquiera) de enfrentamiento a los actos criminales de las organizaciones delincuenciales, hemos implementado medidas paliativas permanentes, medidas que además han funcionado muy poco: hacia 1998 la creación de la policía federal preventiva, significaría el primer paso hacia estadios superiores de inteligencia que harían posible la contención de la criminalidad en México (hoy la PFP es otro problema); a principios de siglo la participación de la milicia en actividades de destrucción de cultivos de estupefacientes, era la estrategia para erradicar de raíz la cosecha y obligar a los criminales a migrar (hoy simplemente no hay un mapa certero de siembra); hacia mediados de la primera década, la reforma del aspecto legal en materia delitos relacionados con lavado de dinero, resultarían en un “gran avance” en el ataque a la criminalidad, hoy creo que con esa Ley se ha procesado (sin alcanzar sentencia) a un criminal.

Fueron los primeros diez años de revisionismo y bajo el principio de prueba y error, nos equivocamos de manera sistemática; después vino la guerra de caldeRon, que como he dicho fue como intentar matar moscas a escobazos en una cristalería; los resultados fueron tan desastrosos como cuando los chamacos apedrean panales de avispas.

Desde el principio de esta “administración” federal, se hablo de un “cambio de estrategia”, que por cierto partió de disminuir su aspecto mediático y de la cual sólo nos cambiaron el término “coordinación

Ayer combatíamos en Michoacán, los grupos criminales brincaron a México, al DF, a Jalisco, a Colima y hasta Sinaloa y Sonora; hoy combatimos en Tamaulipas y ya la violencia en Nuevo León, Coahuila, en Veracruz y hasta en San Luis Potosí y Querétaro, parecen fuera de control; seguro mañana iremos a otra de esas “autónomas” entidades federativas para seguir combatiendo. 

Ellos han impuesto nuestro actuar y han guiado el proceso, seguirá Morelos, Guerrero o Veracruz (según decidan los criminales) pero finalmente ellos decidirán.  Una estrategia reactiva NO ES UNA ESTRATEGIA, es simplemente seguir dando palos de ciego.

Especial atención merece la ausencia de líneas de meta, de metas claras respecto del combate, hasta la lista de los criminales más buscados ha desaparecido.

Es hora de decidir si seguimos matando moscas a escobazos o se exige un proyecto claro, con objetivos, estrategia y resultados (metas).

SALUD

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