Son llamadas convocatorias
de protesta, tienen como propósito mostrar músculo, dicen; aunque en realidad
se quedan en verdaderos actos inconexos que no trascienden la cotidianidad, a
la acción a los actos voluntriosos pero absolutamente improductivos para
formación de conciencia social, se les denomina o se les debe denominar
estupideces.
La movilización social
implica necesariamente convencimiento social, acompañamiento social,
involucramiento social y en los “actos de convocatoria” no hay acciones
encaminadas al convencimiento de la sociedad.
Un grupo de jóvenes
indicando a una población mayoritariamente apática que pasaran por debajo o se
saltaran los torniquetes de acceso, sin ofrecer mayor información a la
pasividad de la población, sin comunicarles el alcance del acto y sin aceptar
intercambio de ideas con los pasajeros, se convierte en un acto simbólico que
pasa advertido pero se olvida unos minutos después, se vuelve parte de los
actos cotidianos que vagan en nuestra memoria de corto plazo.
A pesar de que algunas
personas estaban dispuestas a asumir el costo del pasaje, esos muchachos “bien
intencionados” jalaban el torniquete para permitirles el acceso e incluso se molestaban
cuando algún pasajero decidía insertar el boleto o pasar la tarjeta para pagar.
La encuesta realizada por
encargo de la autoridad del DF (de la que por cierto yo puedo ser testigo, pues
circunstancialmente me toco contestar una), era antes que nada un acto de comunicación,
un evento de información, un asunto notificatorio. Ese mecanismo informaba o comunicaba de las unidades
paradas por falta de mantenimiento, de las problemáticas existente por la
invasión de comerciantes en los vagones, de los paraderos y de la seguridad y confort
al interior de los trenes.
Las acciones de los
muchachos que promovieron y estuvieron presentes en el pues me salto, estuvo muy lejos de la comunicación, no tenían vocación
para transmitir razones, no informaba, era en esencia una actividad encaminada
a hacer que las personas dejara de pagar el pasaje.
Como dije: acciones
inconexas sólo logran resultados desastrosos, pero a ellos debo agregar que la
autoridad bajo la premisa de libre expresión desmanteló la convocatoria, pues
incluso en algunas estaciones abrieron la puerta para evitar que las personas
tuvieran que pasar por torniquetes, la autoridad tenía un programa, recibió
instrucciones y las cumplió, parece que la “autoridad” es la única que
establece un programa de acción y lo cumple.
Hay en redes diferentes opiniones
respecto de la quema del árbol (pino) de CocaCola en Reforma, desde la que dice
que es un símbolo contra esa poderosa empresa
justifica el acto en razón de que “usurpa” un espacio público, hasta la
que “graciosamente”
indica que la instrucción era “quemar Los Pinos” y ese fue el
primero que encontraron.
En cualquier caso, es un
acto magnifico para que los medios muestren el nivel de vandalismo de esos
grupos violentos que atacan a la sociedad, a sus “instituciones” y a los que “no
pensamos como ellos” SALUD
Lo cierto es que en las
pantallas televisivas, en la imágenes que se quedan en el común de las
personas, en el texto impreso o radiofónico, se marcó el día de pues me salto, se convirtió e el día en
que unos encapuchados quemaros el pino.
Es decir, tampoco se logró
imprimir en esos textos la intención de la acción, tampoco se logró que la
sociedad se enterara de la finalidad de brincarse los torniquetes, tampoco se transmitió
el sentir de inconformidad de ellos y de otros muchos, con el incremento de la
tarifa del metro.
Observando el video después
de haber quemado el (ahora famoso) pino, escucho la algarabía de los presentes,
la fiesta por su actuar, hasta que se escuchan las sirenas de los servicios de
emergencia (policía incluida), momento en que la multitud sofoca su grito,
calma su fiesta y en una verdadera actitud sumisa (de manera dócil) apresura el
paso para evitar ser cuestionado al respecto, para evitar enfrentar a la
autoridad.
Recuerdo aquel final de 2005
cuando jóvenes franceses salieron a las calles de París y otros centros urbanos
a quemar automóviles y tras escuchar las sirenas de los vehículos de la “autoridad”
se organizaban, para esperarlos y enfrentarlos, era un acto intencionado que
tenía como objetivo sacar de su “zona de confort” a los policías y
enfrentarlos en un terreno desconocido y obscuro (guerrilla urbana)
Recuerdo aquella
convocatoria de los tunecinos que (según los estudiosos) dio inicio a la famosa
“primavera
árabe” del 2010, que llevó a cambios profundos en los regímenes
políticos de aquella región del mundo y como los participantes no se movían, al
contrario avanzaban contra las “fuerzas del orden”
En México, desde hace siete
u ocho años convocan a manifestaciones de inconformidad, se realizan mítines de
mayor o menor volumen (de personas) y tras llegar a “acuerdos” nos dispersamos y
llegamos a nuestra casita a ver las noticias por televisión.
Protestar sin un plan de
acción, sin guía ni brújula, lleva al desorden que es lo que busca la autoridad.
Una revuelta social NO SE HACE con desorganización.
SALUD
También
puedes ver:
Comentarios
Publicar un comentario