Dice doña chayo que como una de las estrategias
más relevantes de la “Cruzada contra el hambre” estarán los “niños observadores”
y aunque parezca una peregrina ocurrencia,
ella piensa que es brillante y que con
ello se “avanzará” en el combate a la pobreza y la carencia alimentaria de las
y los mexicanos.
Primero, la dificultad para hacer llegar 50 cámaras a cada
uno de los 400 municipios participantes en la “cruzada”, sólo como ejemplos:
Aquismón en San Luis Potosí o Mezquital en Durango son lugares de muy difícil
acceso en donde ya los niños cuentan con teléfonos celulares que disponen de
cámaras fotográficas, aparatos “olvidados” ahí por miembros de la delincuencia
organizada y usados como reproductores de música por los niños (que por cierto
NO VAN a la escuela)
En Coicoyán de las Flores (Oaxaca) y Alcozauca de
Guerrero (Guerrero) las cámaras fotográficas deben ser para los infantes aparatos
tan sofisticados como un vernier para los niños de quinto de primaria, SALUD.
No se ni me interesa si documentar a pobreza y el avance en
si erradicación (o profundización) sea una “estrategia” adecuada para el
programa, pero me pregunto ¿Cuál es la razón de hacer copartícipes a los
infantes de ello? O ¿Cuál es el caso de “adquirir”
20 mil cámaras al amigo del compadre, para desarrollar tan “brillante”
estrategia?
En una estrategia integral enfocada a la prevención quizá
(sólo quizá) cuatro millones de pesos destinados a cámaras fotográficas,
seguramente son un gasto ínfimo, pero creo que pueden servir para que la señora
Robles conozca aunque sea las cabeceras municipales de cinco o seis de los 400
municipios que dice que va a atender, SALUD.
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