Desde la segunda mitad de la década de los 80, la "familia" revolucionaria apartó el lema que durante 60 años la había acompañado, pues para una parte de la "clase gobernante", para los "modernizadores" no tenía significado, no representaba el ideal de país.
Además, tras el rompimiento de las estructuras internas de la "familia revolucionaria" y la salida de ese partido político de un contingente, ese lema parecía un estorbo.
Desde entonces el grupo gobernante, detentador del poder político absoluto parecía dividida respecto de como podía cohesionar el interés social y el de grupo.
La famosa modernidad del Estado mexicano que enarboló Salinas, incluso al interior del PRI tenía poco recibimiento pues algunos pensaban que el esquema conceptual anterior había resultado útil y que el tejido de ideas, imágenes y símbolos que en su entorno se había construido, aun podía funcionar.
Salinas (en alguna plática con Carlos Hank y Luis Téllez a propósito de PROCAMPO) señaló que el esquema no sólo estaba agotado, sino que era rebasado por la realidad y que en lugar de ayudar estorbaba. Téllez (entonces imberbe y poco avezado en cuestiones políticas) propuso "deslizarse" entre un nacionalismo revolucionario y uno modernizador.
Durante el zedillato, ni fu ni fa, se abandonó por completo el lema y se pasó a una modernidad económica con participación social, nada que realmente acercara al gobierno con sus bases sociales. Además un periodo tan corto y sinuoso no permitió consolidar un discurso congruente.
En el 2000, tras la victoria de Fox, todo parecía quedar claro para ir hacia "una nueva cultura democrática", incluso los primeros meses de esa administración se hacía evidente ese lema, pero el sr. fox, se empecinó en una estructura orientada a procesos y no a resultados de gobierno, él la denominó "cultura gerencial" (sin que por si sólo diga algo).
Además, consolidar una nueva estructura y sus redes sociales, que sustituyera el nacionalismo revolucionario requería de un profundo cambio en educación, pero al colocar ahí a Reyes Tamez (pobre señor Reyes) pagó la factura y dejó a la deriva el fortalecimiento ideológico del nuevo grupo en el poder (o se lo entregó a otros), así Reyes Tamez atinó a seguir con la inercia.
Seis años perdidos, perdidos en una triple dimensión: no se creo un nuevo esquema de redes sociales (estructuración social y capacidad de aglutinamiento político) que mantuvieran las estructuras de poder o como dirían ahora las redes de poder quedaron en otras manos, se dejó al garete las viejas estructuras que consolidaron estructuras locales fuertes; las pocas estructuras locales simpatizantes de la administración no tuvieron sustento ideológico ni cohesión.
La administración gerencial de Fox, ni pa tras no pa delante (como decía doña boni) pero lo peor es que fueron seis años perdidos para las estructuras de cohesión social y perdidas para la sociedad que a pesar de criticar, señalar y reírse, no se organizó o su organización fue apenas larvaria.
Seis años en que lejos de abonar a la unidad nacional, se apostó al debilitamiento de factores de cohesión y ya en 2006, el señor Fox echo a la basura su último capital político, ahí permanece el impulso social del cambio como permanece la "inmensamente pequeña" figura de chente.
Desde 2006 no hay, no he visto y no creo que haya posibilidad alguna de generar mecanismo de cohesión social, de apoyo al régimen, de estructuras integradoras de interés social. Es más, me atrevo a pensar que Calderón no tiene la menor idea de lo importante que ello resulta en la gobernabilidad.
La pregunta es ¿cómo sustituir la cohesión social a partir de un lema integrador? de un lema que agregue, que sume, quizá sea hora de hablar de "participación social" o de "sociedad organizada" o de "organización con sentido social", pero es necesario iniciar algo que cohesione, que no divida, que permita estabilidad con diferencia.
Saludos solidarios.
Además, tras el rompimiento de las estructuras internas de la "familia revolucionaria" y la salida de ese partido político de un contingente, ese lema parecía un estorbo.
Desde entonces el grupo gobernante, detentador del poder político absoluto parecía dividida respecto de como podía cohesionar el interés social y el de grupo.
La famosa modernidad del Estado mexicano que enarboló Salinas, incluso al interior del PRI tenía poco recibimiento pues algunos pensaban que el esquema conceptual anterior había resultado útil y que el tejido de ideas, imágenes y símbolos que en su entorno se había construido, aun podía funcionar.
Salinas (en alguna plática con Carlos Hank y Luis Téllez a propósito de PROCAMPO) señaló que el esquema no sólo estaba agotado, sino que era rebasado por la realidad y que en lugar de ayudar estorbaba. Téllez (entonces imberbe y poco avezado en cuestiones políticas) propuso "deslizarse" entre un nacionalismo revolucionario y uno modernizador.
Durante el zedillato, ni fu ni fa, se abandonó por completo el lema y se pasó a una modernidad económica con participación social, nada que realmente acercara al gobierno con sus bases sociales. Además un periodo tan corto y sinuoso no permitió consolidar un discurso congruente.
En el 2000, tras la victoria de Fox, todo parecía quedar claro para ir hacia "una nueva cultura democrática", incluso los primeros meses de esa administración se hacía evidente ese lema, pero el sr. fox, se empecinó en una estructura orientada a procesos y no a resultados de gobierno, él la denominó "cultura gerencial" (sin que por si sólo diga algo).
Además, consolidar una nueva estructura y sus redes sociales, que sustituyera el nacionalismo revolucionario requería de un profundo cambio en educación, pero al colocar ahí a Reyes Tamez (pobre señor Reyes) pagó la factura y dejó a la deriva el fortalecimiento ideológico del nuevo grupo en el poder (o se lo entregó a otros), así Reyes Tamez atinó a seguir con la inercia.
Seis años perdidos, perdidos en una triple dimensión: no se creo un nuevo esquema de redes sociales (estructuración social y capacidad de aglutinamiento político) que mantuvieran las estructuras de poder o como dirían ahora las redes de poder quedaron en otras manos, se dejó al garete las viejas estructuras que consolidaron estructuras locales fuertes; las pocas estructuras locales simpatizantes de la administración no tuvieron sustento ideológico ni cohesión.
La administración gerencial de Fox, ni pa tras no pa delante (como decía doña boni) pero lo peor es que fueron seis años perdidos para las estructuras de cohesión social y perdidas para la sociedad que a pesar de criticar, señalar y reírse, no se organizó o su organización fue apenas larvaria.
Seis años en que lejos de abonar a la unidad nacional, se apostó al debilitamiento de factores de cohesión y ya en 2006, el señor Fox echo a la basura su último capital político, ahí permanece el impulso social del cambio como permanece la "inmensamente pequeña" figura de chente.
Desde 2006 no hay, no he visto y no creo que haya posibilidad alguna de generar mecanismo de cohesión social, de apoyo al régimen, de estructuras integradoras de interés social. Es más, me atrevo a pensar que Calderón no tiene la menor idea de lo importante que ello resulta en la gobernabilidad.
La pregunta es ¿cómo sustituir la cohesión social a partir de un lema integrador? de un lema que agregue, que sume, quizá sea hora de hablar de "participación social" o de "sociedad organizada" o de "organización con sentido social", pero es necesario iniciar algo que cohesione, que no divida, que permita estabilidad con diferencia.
Saludos solidarios.
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