Dice Trump que
hay que “renegociar” e TLCAN; dice su grupo de “asesores” en materia de
comercio internacional, que la renegociación es un asunto de seguridad comercial
nacional y que debe ser prioritaria; dice Peña
que México (ese ente tan ajeno a los mexicanos y tan de nuestros
administradorzuelos) “está dispuesto para iniciar las negociaciones”
(así como si ya eso fuera algo impostergable) y dice la iniciativa privada
mexicana, que ellos respaldan a Peña,
siempre y cuando también participen en la “renegociación”
En fin que ya todos ellos decidieron sus prioridades y
establecieron sus condiciones, sin importar los mexicanos; sólo a nivel de anécdota:
hacia principios de la década de los 90, el “gobierno de la modernidad”
negoció (con la iniciativa privada) unas condiciones que en aquel momento gracias
al poder de la “divulgación” oficial convenció a la mayoría de los mexicanos de
sus bondades y a casi cinco lustros la desigualdad social sólo ha aumentado.
La expansión del sector exportador mexicano desde 1994 hasta
2015 fue de poco más del 600%, el ingreso promedio de la familia mexicana en el
mismo lapso de menos del 50% y el abasto de productos de importación de más del
240%, mientras que más de la mitad de las familias mexicanas están en
condiciones de pobreza alimentaria.
México en el mercado automotriz (como en el de
electrodomésticos, electrónicos y muchos otros) desde hace tres décadas (y se
ha acentuado desde la firma del TLC) se ha especializado en el mercado
norteamericano (y de otras partes del mundo), nos hemos convertido en los
fabricantes de autos y electrónicos de nuestros vecinos, sin preocuparnos por
producir y abastecer al mercado nacional.
México en 1993 vendía a los Estados Unidos el 82.7% del
total de las exportaciones, hoy vende en 83% (nada ha cambiado en 25 años y
nada cambiará en las próximas dos décadas), ellos requieren de nuestra mercancía
y nosotros de su mercado, pero habría un primer supuesto de negociación que
estaría basado en las condiciones de NUESTRO mercado, cosa que simplemente se
ignoró en aquel proceso.
Además, las cadenas de producción de esos productos de
exportación, pagan hoy salarios muy por debajo de lo que los obreros
norteamericanos, italianos y hasta chinos perciben, pero el señor Trump, que de economía sabe poco, dice
que va a imponer un impuesto (pues vaya con sus redactores y su nivel de estupidez)
a los productos mexicanos (de hasta el 35% a los automóviles) y, en su nivel de
ignorancia piensa que eso afecta a México y no a sus consumidores.
Negociar o renegociar el TLCAN o NAFTA, es tan ajeno a los
mexicanos, tan sin sentido para el grueso de la población, tan estúpido para
quienes sobreviven en las comunidades más marginadas del país, pero tan “importante”
para nuestra “autoridad” e iniciativa privada, que resultaría hasta
sospechoso, pues hoy la planta productiva que desde hace décadas está en
México, ni es nuestra ni hace gran diferencia en el abasto nacional.
Pensar en reconvertirla, en hacerla útil al mercado interno,
para esos muy débiles mentales que administran nuestro erario, es casi como pensar que México y los mexicanos
estamos hasta la madre de su nivel de estupidez, ellos se consideran tan
superiores, tan autosuficientes, tan diferentes a nosotros que no entienden en
lo más mínimo nuestra básica necesidad de trabajo bien remunerado y abasto
indispensable.
México requiere una política que primero piense en su campo,
en sus campesinos, en su producción interna, en el abasto de productos básicos
producidos en México, pero ellos sólo piensan en el mercado global (entiéndase estadounidense)
y en los 250 millones de gringos que requieren refrigeradores y celulares;
mientras en nuestro campo se dejó de producir alfalfa y hasta jitomate.
En esos años abrimos el mercado energético, el de
telecomunicaciones, el de radio y TV, el de tecnología a “todos los competidores” y
no establecimos políticas de producción y autosuficiencia local, decidimos
comprar gasolina en el extranjero (y ahora nos dicen que allá en muy cara),
decidimos traer hasta sobresitos con condimentos en lugar de producir
jitomates, cebollas y ajos.
Hay comunidades en las que el cambio industrial hasta el
frijol se consume de lata (o de bolsa) y hay localidades en este país en donde
el abasto de cárnicos se ha reducido a mercados muy locales, casi de
autosubsistencia.
No se requiere “renegociar” el TLC, se requiere un
proceso de recomposición de la estructura productiva y de abasto, se requiere
voltear a ver los niveles salariales que paga hoy la “industria de exportación”
y se requiere de políticas que miren hacia adentro, dejemos que Trump siga
ladrando y concentrémonos en nuestra México, sin esa bola de corruptos,
rateros, indolente y estúpidos que han manejado nuestra política.
Seguro en unos años mejorarán las condiciones de vida de los
mexicanos y no sólo de los “administradores” públicos.
SALUD
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