Los estatutos dicen que la Asamblea Nacional, pero
entonces ¿quién controla esa asamblea?; dice Jesús Zambrano que “los
chuchos no controlan al PRD” y para “demostrarlo” indica que “si
nueva izquierda tuviera el control hubiera un presidente nacional afín, Carlos
Navarrete seguiría ahí”
Conforme a la “legalidad” y ortodoxia hasta
podríamos aceptar esa perogrullada; pero en 1993 cuando Cuauhtémoc Cárdenas
dejó la presidencia del PRD, dejó en claro que los grupos al interior de ese
partido, las alianzas entre las fracciones y las pugnas entre los miembros de
ellas; le impedían el manejo, la dirección de esa fuerza política.
En 1993, Cárdenas pensaba que no había nadie más que él
para ser candidato en 1994 y parte de las fuerzas reales de poder interno Mario
Saucedo por la famosa trisecta y Joel Ortega que representaba a esa fracción
que hoy conocemos como la Nueva Izquierda; opinaban que aun podía regresarse al
plan original y lanzar a Heberto Castillo (que había dejado en 1988 la candidatura
buscando la unidad de las fuerzas de izquierda)
En ese año, Porfirio Muñoz Ledo, asumió la
presidencia del partido y el “mandato”
del Segundo Congreso Nacional de buscar alianzas con “todas” las fuerzas
políticas nacionales, los que verdaderamente mandaban en el PRD tomaron el
camino de hacer crecer al PRD a costa (incluso) de perder parte de las
fracciones más “radicales”
Ese mismo año fueron en alianza con el PAN en Durango
(con un candidato totalmente panista); esa decisión fracturó por primera
ocasión desde 1988 a la izquierda; en Oaxaca se aplicó la “decisión” de ir con un ex
priista; las estrategias (ambas) mostraron que la población no buscaba un “cambio”
así; que la población de Durango y Oaxaca no querían alianzas insustanciadas ni
convexos de último minuto.
El análisis de entonces fue claro, el PRD debía buscar su
propia fracción de votantes, alejarse del PAN y del PRI; mostrarse como
oposición con el costo electoral que ello representara, pero Nueva Izquierda,
debía representar una verdadera opción política, una alternativa para los
grupos políticos emergentes, pero la dirigencia no lo entendió; ellos se
empecinaron en “crecer” electoralmente.
Con ello se perdió la mística de ser oposición, para ser
comparsa del poder; en el proceso electoral federal de 1994, el PRD logró más
de 16% de la votación y para 1997 una cuarta parte del total de la votación
nacional y la Jefatura de Gobierno del DF; Cárdenas volvía a la palestra
nacional y en figura única para ser candidato presidencial por tercera ocasión.
Crecieron electoralmente pero no consolidaron liderazgos
locales, no formaron liderazgos, no crearon cuadros, no estructuraron un
proyecto de futuro.
Hoy incluso en los estados que ha gobernado el PRD, no
cuentan con una estructura de base, su “fuerza” es corporativa, su capacidad de
movilización es caciquil y parte de las estructuras operacionales se mueven por
intereses económicos perfectamente definidos; no crearon escuela política local
y menos nacional.
El PRD en Baja California Sur, Tlaxcala y Zacatecas (que
ya gobernó) es sólo un cascarón que busca pequeños espacios de poder local para
mantenerse a flote; el PRD tiene su fuerza política en el DF y aun ahí no ha
creado cuadros medios.
Es claro que ahora la ciudadanía de México es otra
(diferente a la de hace 20 años) que busca espacios de participación que el PRD
dejó de ofrecerles; es obvio que la población del DF de manera clara les
manifestó su inmenso descontento y que parte de la población nacional ya no los
ve como una alternativa.
El cambio de dirigencia nacional, no sirvió para renovar,
es más volvió a mostrar la inmensa incapacidad para incorporar nuevos
liderazgos y que Nueva Izquierda (pese a tener mayoría) no tiene capacidad de
dirigencia.
Dice Basave
(nuevo dirigente nacional) que ya buscó a Andrés
Manuel para “conocer su opinión respecto de las alianzas” como si no
hubiesen sido externadas con toda claridad.
También externa Basave que
buscaran una alianza electoral en los procesos electorales locales de 2016 con
el PAN; deja claro que el PRD no puede ya ni siquiera mantener su 8% de 2015 y
en su desesperación no sabe si con melón o con sandía.
Quien manda en el PRD busca mantener sus prebendas como
en 1993 lo hizo Muñoz Ledo o como lo
hacen las dirigencias estatales en varias parte del país, pero no saben
exactamente a quienes representan, bueno saben que se representan a sí mismos,
aunque eso no les alcanza para ser gobiernos ya ni en el DF.
El PRD dejó de ser un partido político, es una fracción
del poder y se comporta como su lacayo; ahí desde hace algún tiempo manda el dinero.
SALUD
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