Ya ahora, a unos 20 meses para el cambio de poder federal en México y a escasos nueve de que se definan candidatos a la Presidencia de la República en los diferentes partidos para el periodo 2012-2018, los actores políticos parecen enfocar su mirada en un gran pacto nacional, al estilo de los gobiernos de concertación nacional de Chile o en España el Gran pacto nacional para la transición a la democracia.
Pareciera un acto loable aunque en los casos descritos, las estructuras sociales vienen de un Estado totalitario y de estructuras políticas anquilosadas, además de que cuentan con una figura rectora del proceso de transición y claridad en los objetivos.
Hoy México que durante más de 70 años del siglo pasado generó estructuras de poder muy similares a las de un totalitarismo de Estado (aunque con cambios de titular constitucionales) y durante el presente siglo ha “funcionado” bajo las estructuras presidencialistas sin capacidad de desarrollo en los aspectos básicos de interés nacional; está en una situación política diferente.
Pues durante casi tres lustros las estructuras de poder local se han fortalecido como consecuencia del debilitamiento de la estructura caciquil federal y se han generado grupos fácticos nacionales, regionales y locales con capacidad e influencia socio-política muy importante.
Ya desde finales de los 80 el poder federal (presidencia y secretarías con influencia en las entidades federativas), sabía de la necesidad de debilitar las estructuras locales de poder, para lograrlo, el Pronasol intentó generar estructuras de poder alternas y propició el surgimiento de liderazgos jóvenes (frescos) que trastocaran las condiciones locales que permitieran el reacomodo de fuerzas, sin embargo, tuvo poco éxito, pues rápido las viejas estructuras se apoderaros de los nuevos espacios y al igual que hoy, el PRI se declara un nuevo PRI.
Además durante tres décadas los centros de poder se han trasladado a los ejecutivos locales (con recursos y facultades) y se ha debilitado el poder central federal.
Por otra parte, los otros poderes federales (el legislativo y –muy especialmente- el judicial) han pasado de ser actores pasivos del proceso nacional a convertirse en factores de decisión e intervención (incluso intromisión) en las grandes decisiones nacionales.
En el escenario nacional, además, parece no existir un personaje con los tamaños para guiar esta “nueva etapa de México” pues a pesar del activismo (velado) y permanencia (manifiesta) de dos personajes (De la Fuente y Woldemberg) que desde diferentes espacios han sido mencionados, son y serán parte de las mismas estructuras que se trata de desmontar.
Ahora bien, ya en el terreno de la eculubración (culubra) como decía un cacique oaxaqueño, tres hechos deben llamar nuestra atención:
- La falta de tacto del señor Cordero en su estúpida alocución respecto de los seis mil pesos y las familias mexicanas, cambiaron el panorama deseable para el señor Calderón que consideraba al primero como el mejor candidato para sucederlo,
- La intervención de el señor Calderón en la conmemoración de un aniversario más de su partido, reiterando la posibilidad de abrir la candidatura a un “ciudadano” (como si los políticos se hubieran bajado de esa categoría) y la posterior reunión con Moreira y las declaraciones de ambos en el sentido de la necesidad de acuerdos.
- La manifiesta oposición de Obrador a las alianzas y su repentino cambio de estrategia en el lenguaje de confrontación.
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