La campaña de Calderón
se convirtió en un suplicio desde el principio, primero por una inmensa ventaja
de López Obrador en las encuestas,
en enero de 2006 llegaba a más de 10 puntos porcentuales, luego por una inmensa
incapacidad de aglutinar (muchos generales y poca tropa) y finalmente por la división
interna en el PAN, pues los grupos extremos buscaban acomodos al interior y al
exterior del partido, dicen que en algún momento de finales de ese mes, caldeRon
en franco estado etílico reclamó a Manuel
Espino (entonces presidente nacional de acción nacional) la falta de orden, el desgano y la ineficiencia de las
estructuras nacionales, estatales y municipales, a lo que el duranguense le respondió: “y, te faltó, lo pendejo del
candidato”
Desde ese momento, se desató la búsqueda de un mecanismo
de cohesión en torno al candidato, pues era evidente que de no lograrla, se
presentaría la migración de estructuras y liderazgos. En gira por Nuevo León,
los primeros días de febrero, en casa de Eduardo
Elizondo (hijo del entonces gobernador interino) se le entregó una lista de
peticiones para fortalecer económicamente al estado y favorecer el blanqueo de
recursos.
Ahí, además se enteró que Francisco Cabeza de Vaca había prometido al “El Lazca” Heriberto Lazcano, absoluto control
territorial regional para “los zetas” (Tamaulipas-Nuevo
León-Veracruz) y que a través de la Policía Federal se estaba combatiendo a esa
organización.
Es a partir de entonces que pide a los gobernadores del
PAN y a las estructuras informaran de los asuntos de narcotráfico y otros casos
de criminalidad local, enterándose de acuerdos implícitos y explícitos
realizados por las estructuras de gobierno federal y local con las estructuras
criminales, es en torno a la segunda mitad de febrero de 2006 que caldeRon “descubre” el grado de
contubernio de sus allegados con las estructuras criminales.
Su brazo derecho (en ese momento desplazado por la
estructura partidista) Juan Camilo
Mouriño, que por cierto también había realizado acuerdos con el Cartel del
Golfo y había establecido con JPMorgan
un plan de traslado de recursos para la campaña a través de “triangulaciones
imaginativas” con paraísos fiscales y Pemex, quedó a cargo de recuperar
TODA la información de parte de los “negociadores” para evitar la
infiltración del gobierno, pero ya la campaña estaba totalmente infiltrada.
Buscó a través de Eduardo
Bours (y Manlio Fabio Beltrones)
una programa de “alianza” con Roberto
Madrazo, algo así como bajarle al ritmo de campaña para favorecer el
crecimiento de la de él, aportando a cambio espacio en la repartición que unos
meses antes le había presentado Elba
Esther, un acuerdo explícito de repartición de la extorsión al crimen
organizado.
Los trabajos del acuerdo llevaron a múltiples mesas de
negociación, Fernando Canales se
encargó del noreste, Mouriño de la
península, Alberto Cárdenas del
Occidente y Javier Lozano lo
convenció de atender el centro y sur del país; además el señor García Luna mantuvo sus contacto con las
estructuras del cartel de Sinaloa se dice que bajo la supervisión de Ernesto Cordero; hubo una figura que
desde ese entonces intentó integrarse a la negociación financiera Juan Antonio González-Aréchiga, pero no
fue aceptado por caldeRon.
Hubo múltiples acuerdos (algunos de ellos encontrados),
el mismo Bours ya en la segunda
mitad de abril le excretó “los arreglos a los que llegaron tus gentes,
te van a poner en aprietos, a todo dijeron que sí y todos te van a reclamar al
final”
Hacia mayo, tras la brutal represión contra los pobladores
de San Salvador Atenco; caldeRon buscó de manera insistente a Vicente Fox,
trató de conocer el estado de las cosas, intentó recomponer el problema, pero
fue inútil, en mediciones demográficas de esas fechas la diferencia mínima del
candidato de la coalición Por el Bien de Todos, era de 10
puntos porcentuales.
Es irremontable, le dijo Castañeda el 10 de mayo: “ni aunque lograras crecer dos puntos
porcentuales a la semana lo alcanzamos, estamos perdidos, necesitamos a los priistas,
urge que busques acuerdos antes que nos partan la que estamos festejando”
Antes de que concluyera la primera mitad de ese mes, se
reunieron el candidato (muy disminuido), Elba
Esther Gordillo Morales (con mandato limitado de gobernadores priistas y de
algunos directivos del partidazo), Diego
Fernández de Cevallos (con limitadas posibilidades panistas), Dante Delgado (según él en
representación de una corriente progresista) y Alejandra Barrales (convidada de palo); el tema era el
mantenimiento del status quo, pero con mayor “manga” para los gobiernos
locales (gobernadores y presidencias municipales), hubo “compromiso” de los
participantes para que las estructuras gubernamentales del PRI, PAN, PRD y
Movimiento Ciudadano “influyeran” sobre las estructuras
corporativas para favorecer el voto a favor de caldeRon.
Lo que pasó después es historia, no sólo anecdótico, fueron
hechos sistemáticos encaminados a alterar un resultado electoral.
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