Nos es muy grato informar que el señor Peña Nieto decidió que para evitar ser cuestionado por los molestos
estudiantes de la Universidad Panamericana en su visita a las instalaciones de
la unidad Mixcoac, se suspendiera la actividad académica a las 12 del día y la
laboral a las 14 horas, con un “a partir de este momento (sic) ninguna
persona podrá permanecer en las instalaciones del campus”
Decidió pues que la disidencia debe ser desaparecida, un
acto de supremo autoritarismo peor que el de Porfirio Díaz cuando inauguró la Escuela de Jurisprudencia (en San
Ildefonso) y pidió que sólo asistieran “funcionarios universitarios” a dicho
evento; mucho peor que la de Carlos
Salinas, cuando arrojó aquella ya célebre frase “ni los veo, ni los oigo”
En verdad, la historia se repite en comedia, los tiranos de
la historia se quedan en caricatura cuando ahora (más de un siglo después) el
señor Peña Nieto en el más viejo
estilo autocrático del peor de los méxicos, de aquel país en el que la simple
presencia del titular del ejecutivo, era per sé, causa de revisiones exhaustivas
de armas entre las ropas de los asistentes, de ese México postrevolucionario y convulsionado
aun por las fricciones de las fracciones inconformes.
Peor que el México de los 70 en que el Estado mexicano (los
tres poderes de la unión, uno con su acción y otros con su inacción) atacaron
brutalmente a quienes no coincidíamos con su actuar, pues finalmente entonces actuaba
en defensa de un estado de emergencia, sin que ello justifique su actuar.
Ahora despóticamente, instalado en su franja de confort
simplemente no sólo deja de escuchar, sino literalmente prefiere no ver a quien
o quienes por cualquier motivo puedan llegar a incomódalo con su presencia.
Llegamos a la segunda parte del tercer año de una absoluta catástrofe
administrativa, con un país que lejos de mostrar signos de mejoría para su
población, nos hace pensar que las cosas no pueden estar peor, pero seguro lo
estarán; una economía detenida a pesar de sus inmensas posibilidades de
crecimiento; una administración pública sumida en actos permanentes de
ineficiencia, corrupción y descomposición interna; un muy polarizado ambiente
político y una inminente crisis social.
Pero para Peña Nieto, basta con que no estén los estudiantes
y maestros en el campus para sentirse cómodo, pues ahora es una escuela,
después podrá ser una población y finalmente pedirá que le desalojen su México.
SALUD
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