Desde principios del mes de junio un joven contratista de la
Agencia de Seguridad Nacional (NSA), de los Estados Unidos, entregó
documentación a los diarios The Guardian (inglés) y The Washington Post (norteamericano) en
la que se exhibe al gobierno norteamericano como un gran recopilador de
información privada de sus ciudadanos.
En realidad los sistemas Echelon y Sitel (también
conocidos como Gran Hermano o Gran Oreja) son mecanismos de interrelación de
información, son mecanismos de análisis y (en su caso) almacenamiento de
información cuya operación se sustancia en la Ley Patriótica (aprobada por el
congreso norteamericano tras los atentados de septiembre de 2001) y que es
parte del “uso institucional de la violencia del Estado” esa polémica Ley les
“faculta a investigar” (en aras de combatir el
terrorismo) las actividades de “posibles
detractores del sistema de libertades norteamericanas” SALUD
Esos mecanismos de “análisis” son capaces de interrelacionar
millones de datos de manera casi instantánea, de saber cuantos de los
personajes de interés tienen relación o están interrelacionados entre sí, emite
reportes de quien se comunica con quien, de si hay patrones de comunicación, de
lapsos entre recepción y emisión de comunicación, en fin esos mecanismos hacen
lo mismo que los analistas de seguridad nacional, pero a una gran velocidad.
Es a partir del estudio de esos “patrones” de
comportamiento que los individuos, que solicitan la autorización judicial para
realizar acciones de seguimiento o intervenciones en domicilios o
propiedades. Nada que no conozcamos.
En fin los sistemas Echelon
y Sitel son sólo eso, mecanismos de
apoyo para labores de “inteligencia” que permiten a los seres
humanos tomar decisiones respecto del “nivel de peligrosidad” de algunos
individuos, bajo este tipo de seguimientos han “logrado” detener y encerrar a Justin
Carter (peligrosísimo terrorista) bajo cargos verdaderamente irrisorios (o
cuando menos poco sustentables.
Pero bueno, todo esto viene dado que esos esquemas de seguimiento
y espionaje han costado al gobierno estadounidense (es decir a sus ciudadanos)
unos 5 mil millones de dólares y que el número de personas dedicadas a realizar
los reportes finales de las interrelaciones relevantes reportadas por los
sistemas, asciende a más de 800 millones de dólares al mes (unos 10 mil
millones al año) y reportan resultados que dejan mucho que desear, aunque en
algún momento las agencias de inteligencia norteamericana hayan hablado de
haber “desarticulado un gran ataque masivo” no han logrado desarticular casos
como el de Boston o el de Massachusetts.
Sin embargo a lo que quiero llegar es al vergonsoso (así por
soso) caso del avión de Evo Morales, un avión pr4esidencial al que se le impidió
usar espacio aéreo de Portugal, España, Francia e Italia por “sospechar”
que Edward Snowden, ese joven que puso
en evidencia la existencia de esos mecanismos de espionaje del gobierno para
con sus ciudadanos, estaba a bordo de dicha nave. SALUD
(doble y conarto [así] hielo por la sospecha).
Imaginemos el nivel de “inteligencia” de las agencias
norteamericanas respecto de un señor que se encuentra restringido a un área de
no más de 480 metros cuadrados, en un aeropuerto, imaginemos sólo por unos
momentos lo difícil que debe de ser ubicar a esa persona (aun metida en un baño
y encerrada bajo llave) y lo que pagan los ciudadanos norteamericanos por esa
seguridad nacional, bueno, pos ora translademosla a mejicalpán de los
no pales y pricos (toda así). SALUD.
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