La izquierda en México no es un objeto homogéneo, es más ni
siquiera es capaz de intentar serlo, la izquierda en México no busca el poder y
si lo busca no sabe cómo hacerlo. La
izquierda ese ente tan disoluto que en 1987 tuvo su oportunidad y simplemente
la dejo pasar, que en 2006 lo logró y dejó que se lo quitaran.
La izquierda en México no la hacen un grupo de dirigentes de
partidos políticos, de organizaciones y de estructuras gubernamentales o
civiles que se dicen representarla, la izquierda mexicana somos millones de
mexicanos que disentimos de lo que se hace, de cómo se hace y de de los
resultados que se obtienen (que se han obtenido)
Esos millones de mexicanos que manifestamos a diario nuestro
descontento bajo diferentes mecanismos, no queremos el poder, queremos que
quienes lo detentan, lo hagan a favor de las mayorías, que ellos que cobran por
hacerlo, lo hagan bien, es decir que atiendan a las necesidades de los que les
pagamos.
Las dirigencias de las organizaciones políticas que se dicen
de izquierda hace años dejaron de estar en esa sintonía, hace años encontraron
en la institucionalización de la izquierda una manera lucrativa de vivir, son
unos vividores de la política, son unos vividores de los millones que queremos
un cambio.
Ahora esos grupúsculos viendo por sus intereses se enfrentan
en tres arenas o en tres pistas de una misma arena, el patriarca mayor (que
junto con parte de su iluminada familia han vivido desde hace 25 años de una membrecía)
reclama la necesidad de luchas unidos, cuando él desde hace 10 años se bajó de
ring y cuando tuvo la posibilidad de aglutinar, mediatizó el movimiento.
Hoy ese mismo patriarca se dice dispuesto a “sacrificarse”
si se lo piden (si le ruegan) pero apenas hace unos años señaló (quesque de
manera crítica) la imposibilidad de mantenerse en la dirección del PRD ante los
“embates”
de las tribus. SALUD
Los caudillo (todos) hacen daño, los caudillos en la izquierda
además han sido incapaces de brincar el interés personal para ponerse al frente
del interés colectivo y con ello han limitado el impacto real de la protesta
social.
Hoy los mexicanos en su gran mayoría no creen en los
líderes, los mexicanos de izquierda además de haber dejado de creer en los
caudillos, hemos limitado nuestra participación colectiva en sus causas, ellos
se han quedado solos y cada vez están más preocupados porque su incapacidad
para representar los intereses sociales les limita sus prebendas.
SALUD
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