Desde el inicio de la contienda se escuchó a los actores políticos “hay que abonar a la unidad” bajo esa premisa Manlio Fabio Beltrones “se hizo a un lado” Marcelo Ebrard “ganó al dejar la contienda” y bajo ese mismo esquema Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota han delimitado la “oportunidad del PAN” con un mensaje implícito de “a la fractura sigue la derrota”
Pero ¿por qué abonar a la unidad? ¿Cuál es el significado real de la frase? Pues para los “políticos” significa llanamente “quiero mi pedazo de pastel a cambio te ofrezco hacerme a un lado”
Sin embargo, la repartición del pastel parece complicarse cuando hay una gran cantidad de “cargos públicos” o “huesos” a distribuir y los tiempos apremian en su repartición, así mientras Peña Nieto y López Obrador ya están recibiendo “propuestas” para la repartición del pastel, en el PAN los pretensos no saben con quien entenderse, no tienen claridad respecto de “la cobija que les puede abrazar”
La fragilidad de la alianza en los otros escenarios es también un camino largo que se recorre en una vía en la que los trenes que vienen habrán de representar obstáculos a sortear, así:
En la izquierda la primera gran batalla se librará en la definición de candidato a la Jefatura de Gobierno, pero después con las Delegaciones y las diputaciones (locales y federales) ¿alcanzará para todos los que creen tener méritos?
La fragilidad es tanta que ya “algunos grupos locales” iniciaron los reclamos por su pedazo de pastel: en Puebla, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Tabasco (que se supone tienen posibilidades reales de triunfo) las tribus “están de uñas”
En el PRI (y sus satélites) –como me acuerdo de aquellos tiempos de Don Simón en que el PARM y PPS jugaban de patiños- la cuestión es más complicada, pues los grupos de poder ahí son más y todos se sienten con “derecho” y esas “estructuras” cuentan con elegidos y vetados, es decir creen tener suficiente poder para proponer a quien sí y para evitar que sea otro (de la estructura opuesta)
En el camino, la negociación se vuelve primero amarga y después áspera, caciques locales, acostumbrados a imponer no se dejan ningunear por los representantes partidistas, no permiten “negociación” que no les favorezca y al final amenazan, es decir tienen elementos objetivos para lograr su intención.
Es sabido que Peña Nieto “otorgó” contratos a familiares y amigos de manera directa, que al hacerse públicos “pueden afectar” la credibilidad del candidato, también se sabe de muchos negocios y adquisiciones que realizó al amparo del poder público estatal, situación que algunos de esos ”influyentes” personajes han documentado de manera paciente e incluso mantienen de manera clara como un “instrumento” de negociación.
La Permanencia del Profe Moreira en el CEN del PRI fue parte de un “acuerdo” de Elba Esther Gordillo con Peña Nieto para “asegurar” las posiciones que a ella le interesaban, para asegurar la participación del PVEM en la candidatura común y especialmente para el caso de Chiapas, para debilitar al PRI, que en el mediano plazo es su principal objetivo.
Ese acuerdo parte de asegurar que sus “aliados” no divulgarían la información relativa a esas actividades del goberguapísimo, sin embargo (y lo señaló en más de una ocasión Beltrones Ribera) el expediente de Peña Nieto está en varios espacios de poder caciquil.
Es más seguro también están en manos de una gran cantidad de opositores que esperarán el momento oportuno (también lo manifestó de manera velada Beltrones) para que surtan el mayor efecto.
Abonar a la unidad es en el PRI cuando menos un acuerdo para repartir (y no sólo cargos) para dispersar la posibilidad de hacer negocio, pero sobre todo para garantizar un status quo.
En la izquierda es además de un acuerdo de cuotas (de espacios) y garantías (de negocio) una lanza de esperanza, así mientras para algunos (muy cercanos al candidato y la toma de decisiones) es la verdadera posibilidad de lugares, para otros (incluido Ebrard) es una garantía de mejores tiempos, de nuevas posibilidades del equipo que desde los años 80 buscó encaramarse en el poder y a partir de ahí “quebrar” la estructura partidista (ya desde entonces copada por los grupos de poder)
Abonar a la unidad para un gran conglomerado de viejos herederos de una cultura de descontento social es apostar a la posibilidad de un cambio, desafortunadamente parece que el cambio, en caso de lograr el poder sería para seguir igual.
SALUD y que sirvan las otras.
Pero ¿por qué abonar a la unidad? ¿Cuál es el significado real de la frase? Pues para los “políticos” significa llanamente “quiero mi pedazo de pastel a cambio te ofrezco hacerme a un lado”
Sin embargo, la repartición del pastel parece complicarse cuando hay una gran cantidad de “cargos públicos” o “huesos” a distribuir y los tiempos apremian en su repartición, así mientras Peña Nieto y López Obrador ya están recibiendo “propuestas” para la repartición del pastel, en el PAN los pretensos no saben con quien entenderse, no tienen claridad respecto de “la cobija que les puede abrazar”
La fragilidad de la alianza en los otros escenarios es también un camino largo que se recorre en una vía en la que los trenes que vienen habrán de representar obstáculos a sortear, así:
En la izquierda la primera gran batalla se librará en la definición de candidato a la Jefatura de Gobierno, pero después con las Delegaciones y las diputaciones (locales y federales) ¿alcanzará para todos los que creen tener méritos?
La fragilidad es tanta que ya “algunos grupos locales” iniciaron los reclamos por su pedazo de pastel: en Puebla, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Tabasco (que se supone tienen posibilidades reales de triunfo) las tribus “están de uñas”
En el PRI (y sus satélites) –como me acuerdo de aquellos tiempos de Don Simón en que el PARM y PPS jugaban de patiños- la cuestión es más complicada, pues los grupos de poder ahí son más y todos se sienten con “derecho” y esas “estructuras” cuentan con elegidos y vetados, es decir creen tener suficiente poder para proponer a quien sí y para evitar que sea otro (de la estructura opuesta)
En el camino, la negociación se vuelve primero amarga y después áspera, caciques locales, acostumbrados a imponer no se dejan ningunear por los representantes partidistas, no permiten “negociación” que no les favorezca y al final amenazan, es decir tienen elementos objetivos para lograr su intención.
Es sabido que Peña Nieto “otorgó” contratos a familiares y amigos de manera directa, que al hacerse públicos “pueden afectar” la credibilidad del candidato, también se sabe de muchos negocios y adquisiciones que realizó al amparo del poder público estatal, situación que algunos de esos ”influyentes” personajes han documentado de manera paciente e incluso mantienen de manera clara como un “instrumento” de negociación.
La Permanencia del Profe Moreira en el CEN del PRI fue parte de un “acuerdo” de Elba Esther Gordillo con Peña Nieto para “asegurar” las posiciones que a ella le interesaban, para asegurar la participación del PVEM en la candidatura común y especialmente para el caso de Chiapas, para debilitar al PRI, que en el mediano plazo es su principal objetivo.
Ese acuerdo parte de asegurar que sus “aliados” no divulgarían la información relativa a esas actividades del goberguapísimo, sin embargo (y lo señaló en más de una ocasión Beltrones Ribera) el expediente de Peña Nieto está en varios espacios de poder caciquil.
Es más seguro también están en manos de una gran cantidad de opositores que esperarán el momento oportuno (también lo manifestó de manera velada Beltrones) para que surtan el mayor efecto.
Abonar a la unidad es en el PRI cuando menos un acuerdo para repartir (y no sólo cargos) para dispersar la posibilidad de hacer negocio, pero sobre todo para garantizar un status quo.
En la izquierda es además de un acuerdo de cuotas (de espacios) y garantías (de negocio) una lanza de esperanza, así mientras para algunos (muy cercanos al candidato y la toma de decisiones) es la verdadera posibilidad de lugares, para otros (incluido Ebrard) es una garantía de mejores tiempos, de nuevas posibilidades del equipo que desde los años 80 buscó encaramarse en el poder y a partir de ahí “quebrar” la estructura partidista (ya desde entonces copada por los grupos de poder)
Abonar a la unidad para un gran conglomerado de viejos herederos de una cultura de descontento social es apostar a la posibilidad de un cambio, desafortunadamente parece que el cambio, en caso de lograr el poder sería para seguir igual.
SALUD y que sirvan las otras.
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