La ciudad de México (quizá la más poblada del mundo) usa
como eje de transportación de personas el Metro, en él unos 5 millones de
pasajeros se desplazan con diferentes motivos, durante esos traslados, algunos
de ellos deben satisfacer ciertas necesidades y en un principio, ese transporte
fue pensado para que algunas actividades comerciales de desarrollaran en sus
pasillos.
De hecho recuerdo el pasillo del trasbordo en Hidalgo hasta
con fritangas en bracero que significaban un verdadero peligro para el
pasajero. Hoy ese mismo pasillo es
obstruido en las laterales por puestos fijos (algunos de ellos con muy inseguras
instalaciones de gas) y en el centro por alguna actividad comercial (incluida
la prostitución los viernes después de las 19:00 horas)
El sistema, en su conjunto funcionó con ese comercio fijo en
las entrañas hasta después del sismo de 1985, quizá es ese evento el que “indica”
a sus autoridades la necesidad de “adecuar” la actividad comercial
dentro del metro, pues pudiera representar un riesgo en caso de emergencia.
Sin embargo, los cíclicos procesos de crisis económica,
lejos de favorecer la regulación de las actividades comerciales al interior del
metro, fueron un detonante para su incremento y descontrol, de hecho puede
asegurarse que desde finales de esa década, la comercialización al interior de
andenes y vagones del tren se convierte en una actividad cotidiana.
Nunca fue un acto personal o espontáneo, pues desde su
origen hubo quien “los representaba” ante la autoridad (líderes) y quien se
encargaba de “la logística” para evitar sobresaturación y “otras
inconveniencias” (coyotes)
Recuerdo hacia 1990 en el trasbordo de las líneas 1 y 3 al
bajar las escaleras a los andenes con dirección a Indios Verdes, un señor (creo
que le decían el tío) que los detenía, les daba indicaciones y recibía un peso
por su trabajo de “organización”
Recuerdo hacia mediados de esa década una mujer embarazada
que es sacada casi a rastras por los “elementos
del orden” en la estación Juárez por estar “interfiriendo” en la
actividad comercial. SALUD
Hacia 1994 ya con bando cívico que prohibía la venta en el
interior de las instalaciones del metro, cinco “líderes” de los
vendedores (entonces de dulce y chicle) al interior de los vagones del metro,
establecieron contacto con el entonces líder del Sindicato de trabajadores del
DDF Francisco Martínez Rivera y el
entonces “pujante” líder a la misma posición para el siguiente periodo Raúl Quintana Bautista, para “acodar”
su apoyo a la “organización sindical” a cambio de “algunos espacios” para “sus
representados” SALUD
Ya entonces no se entendía la actividad económica desplegada
al interior de esas instalaciones por unos 500 vendedores, sin el contubernio de
autoridades, pero era un hecho que el STGDF (no del metro) estaba involucrado
en la “negociación” de espacios para ellos.
Después del “triunfo” de la izquierda a nivel
local, también recuerdo que Patricia
Ruiz Anchondo y Emilio Serrano
fueron los “encargados” por parte
del flamante Jefe de Gobierno para establecer los primeros “acercamientos”
con los líderes de las organizaciones sindicales y para principios de 1998, estaba clara la
necesidad de ceder en cuanto a los vagoneros en el metro, pues era el “mal
menor” según el gobierno democrático.
Han pasado desde entonces más de 15 años y en ese periodo la
organización sindical se ha “apoderado”
de todos los resquicios de poder para el control de los vendedores, de hecho
hace unos años (quizá tres) en el trasbordo de las líneas 7 y 2 acompañé a una
mujer invidente con una plática interesante respecto de quienes los “dirigían”
y cuanto tenían que aportar para esa “dirección” y en la salida al andén dirección
Tasqueña, un individuo con muy mala cara y peor actitud me increpó: “a ti
que te importa, nosotros aquí mandamos”. Unos minutos después el individuo entraba a
un apartado en ese pasillo de acceso al andén y dos policías salieron a “preguntar
amablemente” si tenía algún problema y a indicarme que “siguiera
mi camino, si no deseaba tenerlo”
SALUD
Cifras elaboradas por analistas e incluso por autoridades
hablan de entre 1,600 y 1,900 vendedores en el metro; de no menos de entre 500
y dos mil pesos por “entrar” como vagonero y de “cuotas”
de entre 50 y 500 pesos semanales para dejarlos trabajar; de miembros del
sindicato (empleados del metro) que permiten el acceso (baste señalar que en El
Rosario y en Cuatro Caminos hay un torniquete –en las áreas de salida- que está
“liberado”
para que ingrese mercancía –y no hablo de mochilas- de manera permanente)
Es un negocio que según entiendo transfiere unos tres millones
de pesos a miembros de la autoridad del metro y al sindicato, es un gran
negocio que explota hombres y mujeres (incluso niños) necesitadas (urgidas) de
realizar cualquier actividad para obtener algunos pesos que les garanticen la
sobrevivencia.
Hoy me entero que “ahora sí” ya no va a haber comercio en los vagones del metro (expresamente establecido en ley desde 1993) y para ello se determinó que sea la “policía” Bancaria e Industrial la encargada de “retirar” a los vagoneros de la línea 2. SALUD
La Bancaria NO ES POLICÍA, no cuenta con facultades de “autoridad”
es un cuerpo de seguridad PRIVADA, dejemos de hacer como que hacemos para hacer
parecer que cumplimos con una promesa.
La actividad comercial en el interior del Sistema de Transporte Colectivo Metropolitano, no es de esos vagoneros, está controlada por no más de 15 grandes “controladores” que decide quien vende, que vende, cuanto cuesta que lo haga y por ende a quien hay que sobornar para lograrlo.
Ahí es donde hay que poner la mira, dejemos de “sacar
vagoneros” con “policías” bancarios, evitemos un
enfrentamiento entre dos grupos que no tienen responsabilidad en el problema.
SALUD
Comentarios
Publicar un comentario